Por Stanislaw Peña
Nagua es una voz indo-antillana, cuyo origen taíno es indudable, ya que, en escritos de colonizadores como el Padre de Las Casas y Bartolomé Colón, entre otros, hacen constar que se usaba desde el año 1498. La voz Nagua tiene diferentes significados, dependiendo el país en que se use. Para los indígenas de La Española (Santo Domingo), Nagua era una media faldilla de algodón que usaban las indias que conocían varón, la cual ataban a la cintura y llegaba hasta las rodillas. Para un grupo aborigen de Nicaragua, cuya grafía no recordamos, Nagua significaba tigre. Y una lengua indígena de Colombia usa esta voz para designar a Dios; mientras que para los indígenas tarahumaras de México, Nagua significa venir.
Nagua, situada en el litoral nordeste, antes Boca de Nagua, es en cierto modo heredera de la desaparecida Villa de Matanzas, destruida por el maremoto el 4 de agosto de 1946. Acerca de los comienzos de Nagua, anota don Vicente Tolentino Rojas: “La ventajosa situación del poblado hizo que su comercio tomara auge y por esa razón el caserío allí establecido, se convirtiera en poco tiempo en un núcleo poblacional de bastante importancia. Según algunos historiadores, en el año 1921, el asiento de la común de Matanzas fue trasladado a Boca de Nagua, y en el año 1928, fue retornado a Matanzas el asiento comunal. Diez años más tarde, fue creada con su común cabecera en Boca de Nagua, la común de Julia Molina, dependiente de la provincia Duarte. Con el mismo nombre de Julia Molina, la provincia de la que Nagua sería cabecera, fue inaugurada el primero de enero de 1959.
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